Este robot podría transformar los procesos de fabricación
Hace unos dos meses, llegó un nuevo empleado a la cadena de producción de Vanguard Plastics en Southington, Connecticut, un pueblo que fue uno de los mayores centros de producción de Estados Unidos pero que asistió a la desaparición de numerosas fábricas durante la década de 1960. El nuevo trabajador de este pequeño fabricante de objetos plásticos se llama Baxter, mide un metro ochenta, pesa 136 kilos y es un robot. A pesar de ser una máquina corpulenta, Baxter es sorprendentemente expresivo. Un par de ojos en la pantalla que le sirve de cara observan con detenimiento mientras el robot se mueve y coge componentes plásticos, ponen cara de preocupación cuando se equivoca y dirigen la mirada hacia su próxima tarea cuando la que está haciendo ya ha terminado. Es una monada. Pero la verdadera razón de ser de estas expresiones faciales es que permiten a los trabajadores humanos que lo rodean saber instantáneamente si Baxter está haciendo su labor adecuadamente y también qué hará a continuación. Lo que es aún más sorprendente es que cuando Baxter ha terminado con una tarea, un trabajador puede enseñar al robot a empezar otra. “Casi cualquiera puede aprender a programarlo en muy poco tiempo”, afirma Chris Budnick, presidente de Vanguard Plastics. “Tan solo lleva un par de minutos”.